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miércoles, 5 de agosto de 2015

Llegamos al sur: La patria de los afectos (León Magno Montiel)


León Magno Montiel "Gaita" en ristre en Argentina. 

“La vida debe ser sostenida y fecunda en la ilusión”. Ernesto Sábato (Argentina, 1911-2011)


Mario Benedetti nos enseñó que nuestras raíces crecen hacia el sur y que el sur existe. Mientras que Pablo Neruda en su canto nos anunciaba cómo los comandantes pioneros sembraron de soberanía las infinitas praderas sureñas.
En una cruzada que duró diez días, he tenido el honor de recorrer tres naciones del sur fecundo y musical, territorio meridional lleno de afectos e historias. Gracias al apoyo generoso de la Fundación Beltway, organización filantrópica que impulsa la cultura en Iberoamérica; el 16 de julio llegué a la Argentina, a su capital Buenos Aires: un conurbano palpitante en medio de su estación de invierno. Recorrí sus calles vitalizadas por el tango, sus parques memoriales, su viejo puerto de aguas ferrosas en sus tardes de luz dorada.
En la Biblioteca Nacional presenté el filme “Diario de Bucaramanga” del cineasta zuliano Carlos Fung, protagonizado por el respetado actor Simón Pestana, un trabajo histriónico admirable, premiado y reconocido. También leí algunos párrafos de mi libro “La gaita en crónicas” editado por la Universidad del Zulia (LUZ, 2015). Fue una tarde de reencuentros con amigos entrañables, estuvo presente el gran compositor Rafael Rodríguez y su bella hija Neyla, la Doctora Graciela Menotti, directora de la Cátedra Libre Bolivariana adscrita a la Universidad Nacional de La Plata, casa de estudios fundada en 1905. Compartí con los directivos de la Asociación de Venezolanos en la Argentina, presidida por la señora Marisela Sánchez, maracaibera raigal que se estableció en la capital rioplatense hace 25 años.
La jornada terminó recordando “La canción bolivariana” de Alí Primera, referida por el cantor argentino El Negro Juárez, respetado folclorista. La magnífica sede de esa Biblioteca Nacional de Buenos Aires, fue fundada en 1992, en los terrenos donde estuvo ubicada la casa presidencial por muchos lustros, en la avenida Agüero, exactamente al lado de la plaza Rayauela: extraordinaria explanada llena de imágenes del genio Julio Cortázar, con sus frases inmortales impresas en sus linderos, con su presencia tan universal. Y a pesar del empeño del cronopio mayor, en ser europeo, la plaza contiene la esencia de su alma tan porteña: quizá la más rioplatense de todas las almas de la literatura sureña:
“Todo aquél que no haya renunciado a esa voluntad de regreso puede y debe poner su capacidad y su imaginación al servicio de su pueblo”.
En un vuelo que resultó muy plácido, de apenas 90 minutos de duración, dos días después llegué a la “Ciudad de las ciudades”, la capital gauraní: La Asunción. Una urbe indiana y bucólica, que aún estaba estremecida por la visita del líder espiritual católico, su santidad el papa Francisco, pastor nacido en los suburbios bonarenses. Vi como desmontaban el altar magnífico que edificaron para su visita, desde donde ofició la misa solemne; el mismo fue diseñado según la tradición guaraní: con miles de mazorcas de maíz, con los diminutos cocos paraguayos y las vistosas calabazas rituales.
El acto al que asistimos en horas de la noche, fue la presentación de la película “Diario de Bucaramanga”, se realizó en el centenario teatro del Puerto Fluvial, a orillas del anchuroso río Paraguay. Vimos el filme que relata los dos últimos años en la vida de Simón Bolívar, sus cavilaciones recogidas por su subalterno Luis Perú de Lacroix, soldado leal de origen francés. Muestra las arteras maniobras de Francisco de Paula Santander, el recorrido que debió realizar Bolívar por el laberinto de deslealtades y traiciones, que conllevó al acabamiento de su utopía de unidad continental.
El programa de esa noche comenzó con unas palabras cordiales, impregnadas de solidaridad latinoamericana, a cargo del Magister José Roberto Rincón Bravo, quien funge en la actualidad como vice-presidente de la Fundación Beltway. Lo antecedió en el podio la encargada de asuntos culturales de la Embajada de Venezuela en el Paraguay. Luego cantamos acompañados por el cuatro, hice algunas danzas, tonadas, pude hablarles de la gaita, de los compositores zulianos más destacados. Me sorprendió y llenó de inmensa emoción conocer a uno de los editores del maestro de las letras paraguayas, Augusto Roa Bastos (La Asunción, 1917-2005), quien realizó la primera edición del célebre poemario “El naranjal ardiente” en 1960. La noche terminó en una sabrosa cena de cuadril de res, al estilo campesino, junto a los compañeros de la embajada venezolana y de la Fundación Beltway. Escuchamos la grata plática del señor Roberto Rincón Fernández, el presidente-fundador del consorcio Trade Quip, con operaciones en varios países desde 1988. El Paraguay es una nación que está dentro de los convenios de Mercosur.
El 24 de julio conmemoramos los 232 años del nacimiento de Simón Bolívar con dos actos de gran significación: la premier del “Diario de Bucaramanga” en Montevideo, la capital charrúa, ciudad de alto vuelo cultural. Y atravesando el río de La Plata en el buquebus, hicimos una conferencia sobre el encuentro que sostuvieron El Libertador Simón Bolívar y El General San Martín en Guayaquil, el 26 de julio de 1822. La conferencia estuvo a cargo del cronista Rafael Rodríguez, en la sede de la Biblioteca de la Asociación de Ciegos, ubicada en el cruce de las avenidas Rivadavia con Lezica.
La noche porteña propició un ambiente de camaradería, de intercambio de vivencias, de forma cautivante transcurrió la velada nocturna en el invierno austral, con temperaturas muy bajas, hacia la media noche los termómetros marcaron tres grados centígrados. Buenos Aires: la ciudad con más cafés y más pizzerías que cualquier capital europea, donde viven descendientes de los cinco continentes, y tiene la segunda población judía más grande del mundo. En ese acto estuvo presente el Secretario de la Embajada de Venezuela en la República de Argentina, el colega periodista José María González Mendoza, otro zuliano de gran valía, quien nos brindó su apoyo y asesoría para montar el evento. Me reveló que había pedido mi libro sobre la gaita a su familia en Maracaibo, y ya lo estaba leyendo.
Regresé a Venezuela junto a mi esposa Marisela Árraga, luego de compartir las horas finales en Argentina con nuestra hija menor Neimarú Alejandra, con su esposo Gabriel-Alejandro García y nuestro nieto Alejandro Mathías García Montiel, con calor de familia en su modesto apartamento ubicado entre las avenidas Entre Ríos y Combate de los Pozos.
Partimos en el preámbulo del 26 de julio, el día que toda la Argentina recordaría los 63 años de la muerte de Eva Duarte, la actriz de provincia que se convirtió en la esperanza de los descamisados, mujer considerada una santa por muchos. El 26 de julio, día de la líder Evita Perón. En el avión recordé pasajes de la formidable novela “Santa Evita” de Tomás Eloy Martínez, el maestro de la narrativa de origen tucumano, el sorprendente recorrido por la vida y la larga muerte de esa mujer, logró plasmarlo en su novela, y las peripecias de sus coterráneos empeñados en perpetuarla: como una momia o como una diosa. Eva Duarte de Perón, al igual que el alma de la nación Argentina, con sus milongas tristes, sus tangos apasionados, sus poemas profundos y sus soberbios escritores, es una pulsión viviente, un mito que respira:
“Se fue volviendo hermosa con la pasión, con la memoria y con la muerte. Se tejió a sí misma una crisálida de belleza, fue empollándose reina, quién lo hubiera creído”. (Martínez, 1996)
El escritor y pintor Ernesto Sábato, poco antes de morir, ya ciego y triste, cuando solo faltaban 55 días para que cumpliera una edad macondiana, 100 años, publicó: “La vida de todo ser humano oscila entre esa ilusión del ideal y la pesadumbre de lo fáctico. Su coterráneo, el polígrafo Leopoldo Merechal (1900-1970) afirmó en su obra “Odas para el hombre y la mujer” aparecida en 1929:

“La patria es un dolor que nuestros ojos no aprenden a llorar”.

Para todos los que nacimos en el sud-continente americano, en este territorio de prodigios, tierra inabarcable: la patria con sus dolores y sus encantos tiene un nombre sagrado, y se escribe, solo con tres letras, sur.

León Magno Montiel
@leonmagnom
leonmagnom@gmail.com

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